Desgarros Musculares: Qué Son, Cómo Prevenirlos y Tratarlos de Forma Eficaz
¿Qué es un desgarro muscular?
Un desgarro muscular, también conocido como rotura fibrilar, es una lesión aguda en la que se rompen parcial o completamente las fibras de un músculo. Generalmente se produce cuando el músculo se estira más allá de su capacidad durante una contracción o un movimiento forzado.
Según Garrett (1996), el desgarro ocurre con mayor frecuencia durante acciones explosivas, cuando el músculo se encuentra en elongación y contracción al mismo tiempo (acción excéntrica).
Clasificación de los desgarros musculares
- Grado I (leve): pequeña cantidad de fibras rotas, dolor moderado, sin pérdida significativa de fuerza.
- Grado II (moderado): ruptura parcial, dolor intenso, inflamación, hematoma y pérdida funcional parcial.
- Grado III (grave): ruptura completa del músculo, dolor agudo, pérdida total de la función y, a veces, necesidad de cirugía.
📚 Fuente: Jarvinen et al., 2005.
¿Por qué se producen?
Los principales factores de riesgo incluyen:
- Falta de calentamiento adecuado
- Desequilibrios musculares
- Cansancio o sobreentrenamiento
- Técnica deficiente
- Historial previo de lesiones musculares
📚 Woods et al. (2004) identificaron que los desgarros son más comunes en isquiotibiales, aductores y gemelos, especialmente en deportes de alta velocidad como fútbol, rugby o atletismo.
Prevención: ¿Cómo evitar los desgarros?
1. Calentamiento dinámico y progresivo
El calentamiento aumenta la temperatura muscular, mejora la elasticidad del tejido y activa el sistema neuromuscular. Debería durar entre 10 y 15 minutos e incluir:
- Movilidad articular
- Activación específica (glúteos, core, estabilizadores)
- Movimientos similares al gesto deportivo
📚 Safran et al. (1989) demostraron que un calentamiento eficaz reduce significativamente la incidencia de lesiones musculares.
2. Entrenamiento de fuerza y control neuromuscular
Fortalecer los músculos con trabajo excéntrico, como los nordic hamstring curls, reduce el riesgo de desgarros, especialmente en isquiotibiales.
📚 Petersen et al. (2011) hallaron una reducción del 70% en desgarros de isquiotibiales al incluir este ejercicio de forma regular.
3. Corrección de desequilibrios
- Detectar y trabajar las asimetrías musculares (por ejemplo, cuádriceps vs. isquios)
- Usar pruebas funcionales (como FMS o pruebas isocinéticas)
- Integrar trabajos de estabilidad y core
4. Periodización del entrenamiento
Evitar la fatiga crónica y el sobreentrenamiento. Alternar fases de carga y descarga y asegurar una buena recuperación entre sesiones intensas.
📚 Kibler & Chandler (1994): el cansancio altera la mecánica del movimiento y eleva el riesgo de lesión.
Tratamiento: ¿Qué hacer ante un desgarro?
Fase aguda (0-72 h)
- Reposo relativo
- Hielo local (20 min cada 2-3 h)
- Compresión y elevación
- Evitar el calor, masajes o estiramientos agresivos
📚 Bleakley et al. (2012) proponen el protocolo POLICE: Protección, Carga Óptima, Hielo, Compresión, Elevación.
Fase subaguda (3 días a 3 semanas)
- Comenzar movilidad suave y sin dolor
- Ejercicios isométricos y luego concéntricos
- Evitar reincorporarse al deporte sin alta médica
Fase de readaptación y vuelta al deporte
- Integrar fuerza excéntrica y pliometría
- Simular gestos deportivos
- Realizar test funcionales antes del retorno (sprints, cambios de dirección, etc.)
📚 Reurink et al. (2015): una readaptación progresiva reduce el riesgo de recaída, que puede alcanzar el 30% en deportistas.
¿Cuándo consultar al especialista?
Si el dolor es agudo, hay hematoma visible o dificultad para mover el músculo, se debe acudir al médico o fisioterapeuta deportivo. Las ecografías musculares o resonancias permiten confirmar el grado de la lesión.
Conclusión
Los desgarros musculares son lesiones frecuentes pero prevenibles con entrenamiento adecuado, planificación y control técnico. La clave está en:
✔️ Calentamiento dinámico
✔️ Entrenamiento de fuerza equilibrado
✔️ Evitar la fatiga y respetar los tiempos de recuperación
✔️ Atención médica inmediata ante una lesión
Escuchar al cuerpo y trabajar con profesionales reduce riesgos y mejora la calidad del entrenamiento.

