NUTRICIÓN SALUDABLE

Micronutrientes esenciales en deportistas de resistencia

Introducción

En los deportes de resistencia —como el running, el ciclismo, la natación o el triatlón— el cuerpo se enfrenta a un desgaste fisiológico continuo. Si bien los macronutrientes (hidratos, proteínas y grasas) suelen ocupar el centro de la escena, los micronutrientes son los verdaderos reguladores silenciosos del rendimiento. Un déficit leve puede alterar la producción de energía, la recuperación muscular o la capacidad inmunológica. Por eso, conocer su rol y asegurar una ingesta adecuada es una prioridad para todo deportista que busca sostener la performance sin comprometer la salud.


¿Qué son los micronutrientes y por qué son tan importantes?

Los micronutrientes comprenden vitaminas y minerales que el cuerpo necesita en pequeñas cantidades, pero cuya ausencia impacta de manera profunda en los procesos metabólicos. Participan en la síntesis de enzimas, la contracción muscular, el transporte de oxígeno y la reparación de tejidos.
Durante el ejercicio prolongado, la sudoración, el estrés oxidativo y el catabolismo aumentan su consumo y eliminación. Por eso, los deportistas de resistencia presentan un riesgo mayor de carencias, incluso con dietas aparentemente equilibradas.


Micronutrientes más importantes para el rendimiento de resistencia

Hierro: transporte de oxígeno y prevención de la fatiga

El hierro forma parte de la hemoglobina y la mioglobina, esenciales para transportar oxígeno a los músculos. Su déficit reduce el VO₂ máx y genera sensación de cansancio. Las mujeres deportistas y quienes siguen dietas vegetarianas deben prestar especial atención a este mineral.
Fuentes naturales: carnes magras, hígado, lentejas, espinacas y alimentos fortificados. Combinar con vitamina C mejora su absorción.


Magnesio: función muscular y energía celular

Participa en más de 300 reacciones enzimáticas, incluyendo la síntesis de ATP, el control de la glucosa y la relajación muscular. Un nivel bajo se asocia con calambres, irritabilidad y fatiga.
Fuentes naturales: frutos secos, semillas de calabaza, cereales integrales, legumbres y verduras verdes.


Zinc: sistema inmune y reparación de tejidos

El zinc es esencial para la síntesis proteica y la función inmune. Su carencia puede retrasar la recuperación y aumentar la incidencia de infecciones en deportistas de alto volumen.
Fuentes naturales: ostras, carnes rojas, legumbres, semillas y nueces.


Calcio: estructura ósea y contracción muscular

Más allá de su rol estructural en huesos y dientes, el calcio regula la contracción muscular y la transmisión nerviosa. En mujeres con baja ingesta calórica o que reducen lácteos, el déficit puede derivar en fracturas por estrés.
Fuentes naturales: lácteos, sardinas con espinas, brócoli, col rizada y bebidas vegetales fortificadas.


Vitamina D: equilibrio hormonal y fuerza muscular

Actúa sobre el metabolismo del calcio, la función inmune y la fuerza. La exposición solar suele ser la principal fuente, pero en meses fríos o zonas con poca radiación su déficit es común.
Fuentes naturales: pescados grasos (salmón, sardina, caballa), yema de huevo y productos fortificados.


Vitaminas del grupo B: energía y metabolismo

Las vitaminas B1, B2, B6 y B12 participan en la conversión de los macronutrientes en energía utilizable. Además, influyen en la regeneración celular y la producción de glóbulos rojos.
Fuentes naturales: carnes, huevos, lácteos, cereales integrales, legumbres y verduras de hoja verde.


Sodio, potasio y cloro: los tres pilares del equilibrio electrolítico

Durante sesiones prolongadas, el sudor elimina no solo agua sino también electrolitos. La pérdida de sodio y potasio puede generar calambres, mareos o disminución del rendimiento.
Fuentes naturales: frutas (banana, naranja), vegetales, sales minerales y bebidas isotónicas naturales.


Estrategias para prevenir deficiencias

  1. Dieta variada y suficiente: asegurar una ingesta calórica adecuada para el volumen de entrenamiento. Las dietas restrictivas suelen provocar carencias.
  2. Rotación de alimentos: alternar fuentes vegetales y animales para cubrir todos los micronutrientes.
  3. Evaluación médica y análisis periódicos: especialmente hierro, vitamina D y B12.
  4. Uso responsable de suplementos: solo si hay déficit comprobado o bajo asesoramiento profesional.
  5. Educación nutricional: entender el porqué de cada nutriente evita decisiones impulsivas o modas sin fundamento.

El impacto de la deficiencia en el rendimiento

Los déficits subclínicos pueden pasar inadvertidos pero limitar el progreso. La falta de hierro o vitamina B12, por ejemplo, reduce el transporte de oxígeno; el déficit de magnesio o zinc afecta la recuperación; y la carencia de vitamina D puede comprometer la fuerza muscular y aumentar el riesgo de lesión.
A largo plazo, esto se traduce en menor capacidad aeróbica, mayor percepción de esfuerzo y más días perdidos por enfermedad o fatiga acumulada.


Micronutrientes y fases del entrenamiento

Durante la pretemporada, conviene reforzar hierro y magnesio para optimizar la adaptación. En periodos competitivos, priorizar antioxidantes y vitamina D. Durante la recuperación, el zinc y las vitaminas del grupo B ayudan a reparar el tejido muscular y restablecer el sistema inmune.
El equilibrio se logra con constancia, no con suplementos puntuales.


Consejos prácticos para el día a día

  • Incorporar al menos cinco porciones de frutas y verduras de distintos colores.
  • Consumir legumbres 2 a 3 veces por semana.
  • Incluir frutos secos y semillas diariamente.
  • No eliminar por completo los productos animales si no hay necesidad ética o médica.
  • No abusar de los suplementos multivitamínicos sin indicación profesional.

Conclusión

El rendimiento de resistencia no depende solo del entrenamiento ni de los hidratos de carbono. Detrás de cada zancada o pedaleada hay una maquinaria bioquímica que requiere vitaminas y minerales para funcionar al máximo.
Atender a los micronutrientes esenciales no es un detalle menor: es la base invisible del éxito deportivo, la prevención de lesiones y la longevidad del atleta. Un plan nutricional inteligente —variado, equilibrado y adaptado a la carga de trabajo— es la mejor inversión para cualquier deportista de resistencia.

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