SALUD

Estrés y salud: cómo el cuerpo paga la factura del ritmo moderno

Introducción

El estrés es una respuesta natural del organismo ante situaciones que percibe como amenazantes o desafiantes. Sin embargo, cuando esta reacción se vuelve crónica, se transforma en un enemigo silencioso capaz de afectar al corazón, al cerebro y al sistema inmunitario. En el mundo actual, caracterizado por la sobrecarga laboral, la hiperconectividad y la falta de descanso, el estrés es uno de los principales factores de riesgo para la salud global.

¿Qué es el estrés?

Desde la perspectiva fisiológica, el estrés activa el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA), liberando cortisol y adrenalina. Estas hormonas preparan al cuerpo para la acción: aumentan la frecuencia cardíaca, elevan la presión arterial y movilizan energía. El problema surge cuando esta respuesta se mantiene activa por demasiado tiempo.

Impacto del estrés en la salud

  1. Sistema cardiovascular
    • Incremento de la presión arterial.
    • Mayor riesgo de infartos y accidentes cerebrovasculares.
  2. Sistema inmunitario
    • Supresión de la defensa natural frente a infecciones.
    • Mayor inflamación crónica, base de múltiples enfermedades.
  3. Cerebro y salud mental
    • Alteraciones en la memoria y la concentración.
    • Mayor riesgo de depresión, ansiedad y burnout.
  4. Digestión y metabolismo
    • Estreñimiento, diarrea o síndrome de intestino irritable.
    • Relación directa con la disbiosis de la microbiota.

Estrés y estilo de vida moderno

El estrés actual no suele provenir de peligros físicos inmediatos, sino de factores psicosociales: plazos laborales, preocupaciones económicas, relaciones interpersonales, falta de desconexión digital. Este estrés “invisible” es igualmente dañino.

Estrategias para reducir el estrés

  • Respiración consciente y meditación: activan el sistema nervioso parasimpático.
  • Ejercicio físico regular: libera endorfinas y mejora el sueño.
  • Sueño de calidad: al menos 7-8 horas por noche.
  • Alimentación saludable: rica en omega-3, antioxidantes y fibra.
  • Apoyo social: vínculos afectivos sólidos que amortiguan la respuesta al estrés.

Conclusión

El estrés en sí mismo no es malo: nos mantiene alertas y motivados. El problema es cuando se convierte en un estado permanente. Aprender a reconocerlo y gestionarlo con herramientas prácticas es esencial para proteger la salud física y mental.

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