ENTRENAMIENTO

Planificación de la pretemporada: de la base al pico de forma

Introducción

La pretemporada es el punto de partida de todo ciclo deportivo. Es el momento en que se construyen las bases físicas, técnicas y mentales sobre las que se sostendrá el rendimiento durante la competencia. Una buena planificación permite prevenir lesiones, optimizar la carga de trabajo y alcanzar el pico de forma en el momento justo.

El desafío está en estructurar las fases correctamente, respetando la progresión fisiológica y las necesidades del deportista o equipo.


¿Cuál es el objetivo principal de la pretemporada?

El propósito central es desarrollar una base sólida de condición física general antes de pasar a estímulos más específicos. Según Bompa y Buzzichelli (2019), la pretemporada busca mejorar la capacidad aeróbica, la fuerza básica y la coordinación general, preparando al cuerpo para tolerar mayores intensidades sin riesgo de sobreentrenamiento.

En esta etapa se apunta a:

  • Incrementar la capacidad cardiovascular.
  • Mejorar la fuerza funcional y la estabilidad.
  • Trabajar la movilidad y la técnica de movimiento.
  • Reforzar hábitos nutricionales y de recuperación.

¿Cómo estructurar las fases de la pretemporada?

La planificación depende del calendario competitivo, pero en líneas generales puede dividirse en tres fases:

1. Fase de base (4 a 6 semanas)

Se construye la condición general. Predomina el trabajo aeróbico extensivo (60–70 % FCmáx), fuerza con pesos moderados y gran volumen.
Ejemplos:

  • Circuitos de fuerza general (multiarticulares).
  • Carrera continua o intervalos largos.
  • Ejercicios de movilidad, técnica de carrera y propiocepción.

2. Fase de desarrollo (3 a 4 semanas)

Se incorporan estímulos más específicos y se reducen los volúmenes para aumentar la intensidad.
Ejemplos:

  • Entrenamientos de fuerza máxima o potencia (70–90 % 1RM).
  • Interválicos cortos (HIIT) para capacidad anaeróbica.
  • Trabajo técnico-táctico aplicado al deporte.

3. Fase precompetitiva (2 a 3 semanas)

El objetivo es alcanzar el pico de forma. Se entrena a intensidades elevadas con menor volumen, simulando situaciones reales de juego.
Ejemplos:

  • Entrenamientos específicos por posición o rol.
  • Juegos reducidos o partidos amistosos.
  • Ejercicios de velocidad, reacción y toma de decisiones.

¿Qué errores comunes deben evitarse en una pretemporada?

  1. Falta de planificación progresiva: pasar rápido de baja a alta intensidad sin adaptación.
  2. Entrenamientos monótonos: repetir sesiones similares sin variaciones ni objetivos.
  3. Ignorar la recuperación: no incluir descanso, sueño y nutrición adecuada.
  4. Ausencia de control de cargas: no medir volumen, intensidad ni percepción del esfuerzo.

Autores como Issurin (2010) remarcan la importancia de la periodización concentrada, donde cada bloque desarrolla una capacidad dominante antes de pasar a la siguiente. Esto evita la interferencia entre estímulos y mejora la transferencia al rendimiento competitivo.


Claves para alcanzar el pico de forma sin lesiones

  • Evaluaciones iniciales: test de fuerza, resistencia y movilidad para individualizar cargas.
  • Control semanal: uso de RPE (escala de esfuerzo percibido) o GPS en deportes colectivos.
  • Recuperación activa: sesiones de baja intensidad, masajes y baños de contraste.
  • Nutrición y descanso: bases del anabolismo muscular y la prevención de fatiga.
  • Comunicación constante: entre cuerpo técnico y deportistas para ajustar el plan.

Conclusión

La planificación de la pretemporada es un arte que combina ciencia, experiencia y sensibilidad. No se trata solo de entrenar duro, sino de hacerlo con propósito. Un equipo que desarrolla su base correctamente llega más fuerte, cohesionado y mentalmente preparado para competir. La clave está en respetar los tiempos fisiológicos y adaptar la carga de manera inteligente.

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