ENTRENAMIENTO

Entrenar descalzo: mitos, beneficios y riesgos

Introducción

En los últimos años se ha popularizado la práctica de entrenar descalzo, desde rutinas en el gimnasio hasta actividades al aire libre. Sus defensores aseguran que mejora la postura, fortalece los pies y reduce lesiones. Sin embargo, también existen advertencias sobre riesgos potenciales. Este artículo explora qué hay de cierto en estos argumentos, cuáles son los beneficios respaldados por la ciencia y qué precauciones conviene tener en cuenta.


Mitos comunes sobre entrenar descalzo

“Entrenar descalzo es natural y por eso es mejor”

Uno de los principales mitos es pensar que, como los seres humanos evolucionaron sin calzado, entrenar descalzo siempre es más saludable. Si bien caminar sin zapatos formó parte de la historia evolutiva, el contexto actual es muy distinto: superficies duras, asfaltadas y rutinas de alto impacto requieren un análisis más cuidadoso (Lieberman, 2012).

“Previene todas las lesiones”

Otro mito frecuente es creer que entrenar descalzo elimina el riesgo de lesiones. En realidad, cambia el tipo de carga sobre músculos, tendones y articulaciones, lo que puede disminuir ciertas lesiones (como la fascitis plantar), pero aumentar otras, como fracturas por estrés (Altman & Davis, 2012).


Beneficios de entrenar descalzo

1. Mayor activación muscular

Entrenar descalzo estimula los músculos intrínsecos del pie, que muchas veces permanecen inactivos con el uso de calzado. Esto contribuye a mejorar la estabilidad y la propiocepción (Kelly et al., 2018).

2. Mejora del equilibrio y la postura

La falta de calzado obliga a una mayor retroalimentación sensorial desde la planta del pie, favoreciendo el equilibrio y la postura en ejercicios estáticos y dinámicos (Ridge et al., 2013).

3. Estimulación sensorial

El contacto directo con el suelo incrementa la información propioceptiva, clave para deportes que requieren coordinación fina y agilidad.

4. Posible reducción del impacto

Correr o saltar descalzo suele inducir un patrón de apoyo con la parte anterior del pie, lo que reduce el impacto directo sobre talones y rodillas. Sin embargo, requiere adaptación progresiva para no sobrecargar el tendón de Aquiles.


Riesgos de entrenar descalzo

1. Lesiones por sobrecarga

El cambio en la técnica de apoyo puede generar dolor en pantorrillas, tendón de Aquiles o metatarsos, especialmente si no hay una transición gradual (Daoud et al., 2012).

2. Riesgo de cortes e infecciones

Al entrenar en superficies exteriores o gimnasios sin higiene adecuada, aumenta la exposición a objetos punzantes, bacterias u hongos.

3. Limitaciones según la disciplina

En actividades como levantamiento de pesas, entrenar descalzo puede mejorar la estabilidad, pero en deportes de contacto o de alto impacto puede incrementar el riesgo de lesiones.


¿Quiénes pueden beneficiarse más?

  • Atletas de fuerza: el entrenamiento descalzo mejora la estabilidad en sentadillas y peso muerto.
  • Practicantes de yoga y pilates: disciplinas que ya integran el trabajo sin calzado.
  • Personas con buena salud articular: siempre que realicen una adaptación progresiva.

Consejos para entrenar descalzo de forma segura

  1. Progresión gradual: comenzar con pocos minutos e incrementar de manera progresiva.
  2. Elegir superficies adecuadas: preferir suelos lisos, limpios y seguros.
  3. Ejercicios específicos: fortalecer pies y tobillos antes de correr largas distancias descalzo.
  4. Escuchar al cuerpo: detenerse ante dolor persistente.
  5. Alternar con calzado minimalista: una transición intermedia antes de entrenar completamente descalzo.

Conclusión

Entrenar descalzo no es ni una moda sin fundamento ni una solución mágica. Tiene beneficios comprobados en equilibrio, estabilidad y activación muscular, pero también implica riesgos que deben ser considerados. La clave está en la progresión gradual, la elección de superficies seguras y la adaptación según cada disciplina.

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