PRIMEROS AUXILIOS

Deshidratación severa: cómo identificarla y actuar

Introducción

La deshidratación severa es una de las emergencias más comunes en entornos deportivos, especialmente durante entrenamientos o competencias en climas calurosos. No se trata solo de “tener sed”: cuando el cuerpo pierde más agua y sales minerales de las que ingiere, se altera la función cardiovascular, muscular y cerebral. En los casos más graves, puede derivar en un colapso circulatorio o un shock hipovolémico.
Conocer los signos, actuar rápido y prevenir son pilares esenciales tanto para entrenadores como para deportistas.


¿Qué es la deshidratación severa?

La deshidratación ocurre cuando el cuerpo pierde una cantidad significativa de líquidos y electrolitos esenciales —como sodio, potasio y cloro—. En su forma severa, esta pérdida supera el 5% del peso corporal y compromete la perfusión de órganos vitales.
La Organización Mundial de la Salud considera la deshidratación severa una emergencia médica que requiere atención inmediata y reposición intravenosa de líquidos en un entorno hospitalario.


Causas frecuentes en el deporte

  1. Exposición prolongada al calor: entrenamientos intensos al aire libre, con alta temperatura o humedad.
  2. Sudoración excesiva: pérdida de agua y sales sin una reposición adecuada.
  3. Falta de aclimatación: entrenar en condiciones térmicas extremas sin adaptación progresiva.
  4. Ropa inadecuada: prendas que impiden la evaporación del sudor y aumentan la temperatura corporal.
  5. Diarrea o vómitos previos al esfuerzo: agravan la pérdida de líquidos.
  6. Uso de diuréticos o suplementos termogénicos: aumentan la eliminación de agua.

Síntomas y signos de alerta

Deshidratación leve a moderada

  • Sed intensa.
  • Boca y labios secos.
  • Orina oscura o escasa.
  • Fatiga, debilidad o mareos leves.
  • Calambres musculares.
  • Dolor de cabeza.

Deshidratación severa (emergencia)

  • Confusión, desorientación o somnolencia.
  • Pulso rápido y débil.
  • Presión arterial baja.
  • Piel fría, húmeda o con tono grisáceo.
  • Sudoración ausente o mínima a pesar del calor.
  • Náuseas, vómitos persistentes.
  • Pérdida de conciencia o colapso.

En estos casos, la prioridad es detener toda actividad y solicitar asistencia médica inmediata.


Primeros auxilios ante una deshidratación severa

  1. Suspender la actividad física.
    Llevar al afectado a una zona fresca, ventilada o con sombra.
  2. Aflojar la ropa y colocar en posición semisentada o recostada.
    Si hay mareo o presión baja, elevar ligeramente las piernas.
  3. Rehidratación gradual.
    Si la persona está consciente y puede tragar, ofrecer pequeños sorbos de agua con electrolitos o bebidas isotónicas naturales.
    Evitar bebidas muy frías o azucaradas.
  4. Enfriar el cuerpo.
    Aplicar paños húmedos o compresas frías en cuello, axilas e ingles.
  5. No forzar la ingesta.
    Si hay vómitos, dificultad para hablar o somnolencia, no administrar líquidos por boca y llamar a emergencias.
  6. Monitorear signos vitales.
    Controlar pulso, respiración y nivel de conciencia hasta recibir ayuda médica.

Tratamiento médico

En una unidad sanitaria o hospital, el tratamiento se basa en:

  • Reposición intravenosa de líquidos: soluciones isotónicas de cloruro de sodio o Ringer lactato.
  • Corrección de electrolitos: especialmente sodio y potasio.
  • Monitoreo renal y cardíaco: para prevenir complicaciones por hipovolemia.
  • Evaluación de causas asociadas: fiebre, infección, fármacos, diarrea o golpes de calor.

En deportistas, también se analiza la composición corporal y se planifica un programa de rehidratación adaptado a su nivel de pérdida hídrica.


Prevención: la clave del rendimiento y la seguridad

1. Hidratación programada

Beber antes, durante y después del ejercicio.
Una estrategia segura:

  • 500 ml de agua 2 horas antes del entrenamiento.
  • 150–250 ml cada 20 minutos durante la sesión.
  • 500–700 ml por cada medio kilo perdido después del esfuerzo.

2. Sustitución de electrolitos

En sesiones largas (>60 min) o de alta temperatura, incorporar bebidas con sodio y potasio.
También se pueden usar preparados naturales con agua, jugo de fruta, miel y una pizca de sal marina.

3. Control de color de orina

Una orina clara indica buena hidratación; un tono ámbar o oscuro es señal de déficit.

4. Educación del equipo

Entrenadores y jugadores deben reconocer los signos tempranos y suspender la actividad ante síntomas de mareo o confusión.

5. Evaluación individual

Cada atleta tiene una tasa de sudor distinta. Pesar antes y después del entrenamiento permite estimar la pérdida de líquidos y ajustar la reposición.


Diferencias con el golpe de calor

La deshidratación severa y el golpe de calor pueden coexistir, pero no son lo mismo.
El golpe de calor implica una falla en la regulación térmica, con temperatura corporal superior a 40 °C, alteración neurológica y riesgo vital inmediato.
En cambio, la deshidratación severa puede aparecer progresivamente y agravarse si no se actúa a tiempo.
En ambos casos, la prioridad es enfriar el cuerpo y buscar asistencia médica urgente.


Errores comunes que agravan la deshidratación

  • Beber solo cuando aparece la sed.
  • Reemplazar el agua por bebidas energéticas con alto contenido de cafeína.
  • Entrenar en ayunas sin planificación.
  • Evitar el sodio por miedo a la “retención de líquidos”.
  • No adaptar el volumen de entrenamiento a las condiciones ambientales.

Conclusión

La deshidratación severa es totalmente prevenible, pero sigue siendo una de las principales causas de colapso en deportistas de resistencia.
La clave está en reconocer los primeros signos, actuar sin demora y mantener hábitos de hidratación constante.
Una correcta reposición de líquidos y electrolitos no solo mejora el rendimiento, sino que también protege al organismo frente a daños graves.
Cuidar la hidratación es cuidar la vida: cada gota cuenta.

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